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El ébola en 1995
Raymond Harguindeguy, SMA

Yo estaba en Kikwit (República Democrática del Congo) en 1995. Una ciudad de 200.000 o 350.000 habitantes aproximadamente. Un aeropuerto. Un hospital de referencia. De 315 infectados por esta fiebre hemorrágica, hubo 245 fallecidos. El virus había sido diagnosticado muy rápidamente por un virólogo zaireño, el doctor MUYEMBE que había estudiado en Amberes o Atlanta (en el Centro Mundial de Virología, en Georgia), no sé muy bien.


Entre los 245 fallecidos, 83 enfermeros, un médico y 7 religiosas (una de ellas congoleña). De estas religiosas, 6 eran italianas (Hermanas de los Pobres de Bérgamo).

Rápidamente nos dijeron que este virus se transmitía por todos los fluidos humanos: sudor, sangre, saliva, esperma, lágrimas … Y que se podía prevenir evitando todo contacto físico con los contaminados y lavándose las manos abundantemente … Nos distribuyeron máscaras y guantes que nos poníamos para ir a ver a los enfermos.

Después de la confirmación de que se trataba de un virus, la ciudad fue puesta en una muy severa cuarentena: los militares impedían toda entrada y salida de la ciudad. El pabellón 3 del hospital de Kikwit era un verdadero cementerio.

Tres equipos acudieron rápidamente en ayuda de la población:

1. Médicos, especialmente Médicos Sin Fronteras, muy bien equipados y que volvieron a convertir rápidamente este ya famoso cementerio en hospital.

2. Técnicos en informática para transmitir en directo, vía satélite, análisis e hipótesis (éstas eran muy numerosas, referidas a reservorios y portadores del virus) a Atlanta, en Georgia... esto es por lo menos lo que se decía.

3. Logística para volver a poner en marcha el hospital de Kikwit que estaba en un estado lamentable. Palas mecánicas habían cavado una zanja. Cada día, los camiones vertían allí los cadáveres. Desolación … ¡Qué tristeza en las miradas! ......

Las diferentes Iglesias cristianas fueron involucradas y esto funcionó muy bien (salvo en un caso, que yo sepa, con un pastor fundamentalista). Había que consolar, por supuesto. Pero sobre todo aconsejar. En el obispado, Roger Nicol, SMA, desempeñó un papel muy importante en esta lucha contra el Ébola. Evidentemente él puede decir sobre esto mucho más. Probablemente vio también las cosas de otro modo. A mí me impactaba ver con qué grado de responsabilidad la población actuaba y reaccionaba.

Raymond Harguindeguy. SMA